De nuevo, esta ciudad de Campania, situada a 40 kilómetros de Nápoles, sorprende por sus bonitos paisajes naturales visibles desde lo alto del cerro en el que se encuentra situada. Casertavecchia conserva hasta hoy su viejo entramado medieval, de callejones estrechos, casas de piedra y diferentes monumentos históricos, como el acueducto Carolino o de Vanvitelli. Esta construcción, ordenada por Carlos VII de Nápoles (Carlos III de España) entre 1753 y 1762 recibe este nombre por el arquitecto napolitano que lo ideó, Luigi Vanvitelli. A lo largo de 529 metros, este acueducto proporcionaba agua a Reggio di Caserta y hoy sigue en pie dividiendo el valle de Maddeloni y uniendo el monte Logano y el monte Garzano.
Tras esta maravillosa vista, y después de la primera visita a Caserta y en su Palacio Real, la segunda parada obligatoria es en el complejo monumental Belvedere de San Leucio, otra muestra del esplendor que vivió esta ciudad bajo el mandato de los Borbones. Ideado por Fernando IV, el monarca pretendía crear una especie de palacio de verano con reserva de caza y construir un edificio que promoviera la industria de la seda, muy popular en la región y de fama en Europa. De hecho, dentro de este complejo monumental actualmente se puede visitar el Museo de la Seda, así como las estancias reales y una importante colección de herramientas y maquinaria antiguas.
Por último, y si quieres aprovechar al máximo este viaje a Caserta, recomendamos una excursión a las afueras, en concreto a la ciudad campana de Capua. La antigua capital de la provincia de Caserta conserva en la actualidad buena parte del esplendor que tuvo antaño bajo el dominio de Federico II. Merecen la pena una visita al Museo Campano, ya que alberga una amplia y variada colección de antiguas civilizaciones que pasaron por la región así como la bonita Basílica Benedictina de S. Angelo in Formis, de estilo bizantino y construida en el siglo VI.
Caserta para comérsela
Con este amplio recorrido por la provincia de Caserta, merece la pena hacer de nuevo un alto en el camino y saborear lo mejor que ofrecen estas tierras de Campania. Su privilegiada ubicación de clima suave, gracias a la protección de los montes Apeninos campanos hacia el norte de la provincia junto con la cercanía del Mar Tirreno hacia el oeste, favorecen una prolífica tierra en la que abundan materias primas de primera calidad que conquistan el paladar: legumbres como las alubias que acompañan platos de pasta, verduras como las setas boletus de Roccamorfina, las alcachofas de Capuanella, o frutos como la castaña, igualmente, de Roccamorfina y frutas con las que se elaboran irresistibles dulces y repostería.
Pese a la cercanía del mar Tirreno y del pasado esplendoroso real de esta ciudad, la cocina de Caserta basa sus platos en una cocina humilde, de ingredientes básicos, pero deliciosos en los que priman las carnes frente a los pescados. Así, por ejemplo, será impensable marcharse de aquí sin haber probado uno de los platos estrella procedente del maialino nero casertano, un cerdo de piel negra cuya existencia se remonta a la época romana y se recuperó en la década de 1950 gracias a los productores locales. Actualmente, de esta especie se extraen algunos de los productos más reconocibles de Caserta como son la salchicha negra, que puede degustarse cocida y acompañada de alguna verdura como grelos rehogados, o bien en forma de embutido como si se degustase un jamón, una panceta o una sobrasada.
Para los amantes de la pasta y de la sencillez en su expresión, Caserta ofrece un plato humilde como son los Petolelle con fagioli, una pasta ancha y corta de huevo, harina y sal que se acompaña de alubias y se condimenta con ajo, orégano, perejil, aceite de oliva, sal y pimienta. Y para poner un toque dulce a tu visita a Caserta, puedes decantarte bien por struffoli, muy habituales en Navidad, aunque puedes encontrarlo en otras épocas del año. Se tratan de bolas de pasta de harina, huevos, licor de anís, fritos en aceite y con el que se forma una especie de corona. Otra opción es probar la esponjosa pastiera, un tarta napolitana que se elabora con grano de trigo, bulgur, queso ricotta y aromatizado con cítricos y azahar. Toda una perdición…