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El Efecto Roseto o por qué compartir nos hace más felices
En la década de 1960 los problemas cardiacos se encontraban en un punto álgido, ya que las medicinas contra el colesterol y contra otras clases de afecciones relacionadas con el corazón, aún no se comercializaban.
En la década de 1960 los problemas cardiacos se encontraban en un punto álgido, ya que las medicinas contra el colesterol y contra otras clases de afecciones relacionadas con el corazón, aún no se comercializaban.
En medio de este contexto, un doctor llamado Stewart Wolf, se dio cuenta de un dato cuanto menos curioso: existía un pueblo en el que nadie padecía una enfermedad cardiaca antes de cumplir los 75 años.
Se trataba de Roseto, en Pensilvania. Este lugar había sido fundado a finales del siglo XIX por inmigrantes italianos que habían emigrado desde Roseto Valfortore, una pequeña localidad de la Puglia.
Siendo la cardiopatía la principal causa de muerte en el mundo, sorprendía el hecho de que en este pueblo nadie falleciera de un infarto antes de los 55 años y que los mayores de 65 tenían una tasa de problemas cardiovasculares muy por debajo de la media del país. El doctor no pudo hacer otra cosa que preguntarse ‘¿por qué?’, así que empezó a investigar.
Lo primero que hizo fue analizar sus hábitos alimenticios. Quizás sus orígenes los llevaran a consumir alimentos más sanos, propios de la dieta mediterránea. Sin embargo, el estilo de vida americano estaba muy presente en sus vidas, por lo que consumían comida abundante en grasas y azúcares.
El nivel de actividad física tampoco variaba en comparación a otros pueblos de la zona.
Lo mismo pasaba con la geografía y el clima. Eran muy parecidos a los de pueblos cercanos, cuyos datos de salud cardiaca distaban mucho de los de Roseto.
Al ser casi todos procedentes de la misma zona de Italia, el doctor barajó la teoría de la genética. Pero esta hipótesis se desmoronó cuando dio con inmigrantes del Roseto italiano que vivían en otras zonas de EEUU, descubriendo, para su sorpresa, que tenían los mismos problemas cardiacos que resto de la población americana.
El misterio de Roseto seguía sin ser desvelado. Entonces el doctor Wolf contactó con el sociólogo John Bruhn, quien resultó ser decisivo para dar con la clave y resolver la incógnita: en Roseto el sentimiento de comunidad era enorme.
Para ser un pueblo tan pequeño había muchas organizaciones sociales, cada domingo se reunían todos en la parroquia, se fomentaba la igualdad entre hombres y mujeres, se prestaba ayuda a los más desfavorecidos y los niveles de renta entre unos y otros era muy similares, por lo que todos los vecinos vivían en condiciones parecidas. Roseto era un pueblo en el que todos se conocían y compartían momentos siempre que les era posible.
Y te estarás preguntando, ¿cómo puede afectar esto a la salud?
El sentimiento de soledad y los conflictos del día a día son potenciadores del estrés que, a su vez, hace que nuestro cuerpo produzca cortisol, una hormona que pone en alerta nuestro organismo para que esté preparado en posibles situaciones de riesgo. La constante producción de cortisol aumenta la presión arterial y debilita el sistema inmune, hecho que acaba derivando en enfermedades cardiovasculares.
El estrés es un mal cada vez más presente. En una sociedad en la que se potencia la productividad, la competencia y el individualismo, olvidamos demasiadas veces, que somos seres sociales que llevamos miles de años compartiendo con otros.
Roseto, años después de su fundación, sigue recibiendo con los brazos abiertos a inmigrantes italianos y a todos aquellos que acuden en busca de una nueva vida a Estados Unidos. El pueblo los integra en su día a día, acompañándolos y haciéndolos sentir parte de la comunidad.
¿Estará ahí el secreto de la felicidad y de la salud? Aunque sea relativo, lo que está claro es que vivir tranquilo, acompañado y compartiendo momentos es bueno para el corazón, en todos los sentidos.
Es una de las razones por la que nos encanta la cultura mediterránea y por la que creemos que compartir momentos nos hace más felices, sobre todo si son alrededor de una mesa y si se acompañan de deliciosa gastronomía italiana.