Bolzano, puerta de los Dolomitas

Tras la unión de Bolzano a Italia, ocurrida en el 1919, se hace evidente aquel proceso de “italianización” que se exige a la ciudad, empezando por la remodelación de los edificios que se presentan con un estilo racionalista y austero.

Capital del Alto Adigio, ciudad bilingüe en la que se habla principalmente el italiano, con un cuarto de población que habla el alemán, hoy nuestra postal os llega desde Bolzano.

Conocida como “la puerta de las Dolomitas”, esta hermosa ciudad se sitúa en un espectacular anfiteatro natural que envuelve el visitador en una atmosfera cálida y elegante, fruto de su antigua relación con el Imperio austrohúngaro. Los orígenes de Bolzano resalen a 800 años atrás,  cuando los legionarios romanos convirtieron este lugar en un centro neurálgico para sus tráficos comerciales hacía el norte. La conformación arquitectónica, principalmente de estilo gótico, que predomina en el centro de la ciudad sigue testimoniando este rol marcadamente comercial que la ciudad tuvo desde su propio nacimiento. Tanto es así que ya durante la época medieval los comerciantes aprovecharon la presencia de arcos que confluían en la plaza, los llamados “lauben”, para vender su mercancía. Ahora, cómo entonces, los lauben siguen alojando a numerosas tiendas y boutique, siendo la llamada Via Portici la calle más concurrida de la ciudad.

Para entender el protagonismo comercial que Bolzano ha ido asumiendo a lo largo de su historia hay que volver al año 1363, cuando la localidad entró oficialmente a ser parte del Imperio austrohúngaro. Desde este momento, y gracias a los privilegios concedidos años después por el rey Federico III, el centro empezó un impresionante proceso de expansión que culminó con la introducción de la figura del Magistrado Mercantil. Pues, este era el responsable de asumir el control y la organización de todos los mercados que se celebraban en Bolzano. Estos tenían lugar 4 veces al año y servían para congregar todos los comerciantes provenientes del norte de Europa, y de Italia, concretamente de la zona del Tirol del sur y del Tirol del norte, y que venían en Bolzano el punto de unión entre sus dos culturas.

Tras la unión de Bolzano a Italia, ocurrida en el 1919, se hace evidente aquel proceso de “italianización” que se exige a la ciudad, empezando por la remodelación de los edificios que se presentan con un estilo racionalista y austero. En este sentido, en la parte nueva de la localidad, es posible apreciar trazas de la arquitectura austera y racionalista, típica de la época fascista. A lo largo de la segunda guerra mundial, como consecuencia de la creación de las famosas “leyes raciales” emanadas por Benito Mussolini, empezó la deportación de los hebreos italianos que terminaban su triste viaje en los campos de concentración. De los 4 campos construidos en Italia (Trieste, Borgo San Dalmazio en Piamonte y Fossoli en Emilia-Romagna) uno se encontraba precisamente en Bolzano.

Años más tardes a estas que están consideradas como las páginas más negras de la historia mundial, y cuando Bolzano volvió a ser cedida nuevamente a Italia, empezó una época de fuerte tensión expresada sobre todo por parte de la comunidad alemana. El resultado de esta crisis culminó con la concesión de derechos de autonomía a carácter regional  y provincial de los cuales los ciudadanos siguen gozando hoy, siendo Bolzano, así como Trento, las únicas ciudades italianas con un estatuto autonómico.

Actualmente, esta preciosa localidad se presenta como un centro multilingüe, abierto al mundo juvenil y a la convivencia entre diferentes culturas. Además, sigue palpable su característico perfil comercial y vanguardista que la convirtió, en el 1908, en la primera ciudad del mundo a poder contar con el famoso sistema de trasporto con cuerdas (funicular).

En este sentido, es muy recomendable realizar una visita durante la época navideña. Pues, en esta temporada se celebra en Bolzano, en la plaza principal Walther, el mercadillo navideño, Christkindlmarkt,  más popular y fascinante de Italia. En este marco exquisitamente típico, rodeados por la delicada belleza de los edificios pintados con colores pastel, la estatua de  Walther von der Vogelweide, celebre poeta local del 1100, predomina toda la plaza elegantemente decorada por la ocasión.

Asimismo, podéis dejar seduciros por la gastronomía local capaz de ofreceros platos muy elaborados, pasando por lo más sencillos reinterpretados de manera original y con un toque divertido. Es que la tradición culinaria de Bolzano destaca por su fidelidad a los productos genuinos, relacionados con la tierra y con los cultivos locales de frutas y verduras.

En este sentido merece la pena sentarse y pedir unos “spätzle”, gnocchi más pequeños elaborados con espinacas, mantequilla y salvia. Los mismos pueden ir acompañados por uno de los vinos que más destacan dentro la tradición vitivinícola del Trentino Alto Adigio, como el frutado Lagrein y la aromática Santa Maddalena.

Asimismo, encontramos los groestel, un plato directamente relacionado con las raíces austrohúngaras ya que su nombre deriva del alemán  “rösten”, que significa tostar. Básicamente se trata de un plato creado por la necesidad de reciclar las sobras de las carnes, sin sacrificar el sabor. Así, la receta se compone de sobras de distintos cortes de carne, cocida o a la parrilla, patatas de montaña, cebolla y manteca de cerdo.

Entre los postres es imposible no nombrar el ya famoso strudel de manzanas, popular en todo el valle, adornado con nueces y piñones; así como el “zelten”, a base de fruta, nueces y fruta escarchada.

Siguiendo esta idílica ruta de montaña, que nos acompañará hasta lo más alto, ha llegado el momento de encaminarnos hacía un nuevo viaje, que nos llevará hasta Trento. Conocida internacionalmente por el Concilio celebrado entre los años 1545 y 1563, Trento es una etapa obligada para acceder y descubrir la todavía intacta belleza de los Alpes.